viernes, 26 de diciembre de 2014

Shibari



En los siglos XV y XVI, Japón estaba inmerso en una era de dictadura y guerras conocido como periodo Sengoku, de 1467 a 1478, que terminó con el periodo Edo. Ya antes de ese periodo existían diversas formas, fuertemente ritualizadas, para atrapar e inmovilizar por medio de cuerdas a un samurái enemigo en el mismo campo de batalla. Posteriormente, un código punitivo de 1542 regulaba el uso de cuerdas en la tortura y apresamiento de enemigos y criminales. Existían cuatro formas básicas, que incluían la humillación y la incomodidad (hasta la tortura) para los prisioneros. Estas penas desaparecieron con el reino Tokugawa. En el período Edo (1600-1878) se desarrolló un arte marcial, llamado hobaku-jutsu, cuyo objetivo era atrapar y mantener retenidos a enemigos o criminales por medio de cuerdas. Se desarrollaron técnicas muy precisas para lograr este fin (a veces cada comunidad rural y cada familia de samuráis tenía las suyas), de modo que al exponer en la plaza pública al prisionero maniatado o colgado, la gente podía, observando la forma de las ligaduras y el tipo de cuerda, deducir la clase social del reo, el crimen que se le imputaba y a veces, también, su edad y profesión.

Muchos expertos opinan que Hojojutsu (también así llamado) es el auténtico precursor del shibari, y por tanto del bondage. Durante cientos de años, la policía japonesa (nutrida de la clase más baja de samuráis sin empleo tras el final del periodo de los Señores de la Guerra) empleó esas técnicas secretas para inmovilizar a los criminales. Debían seguir tres normas inviolables al ejecutar un Hojojutsu:

-El prisionero no debía sufrir daños permanentes
-El prisionero no debía poder escapar
-Nadie que no fuera de la casta samurái, debía presenciar su técnica.

Parece ser el castillo de Matsumoto donde se puede probar la existencia de los primeros dibujos señalando el paso del shibari de técnica marcial y de tortura a práctica de refinada sensualidad.

Inventada como una técnica de sutil y muy codificada forma de tortura y apresamiento de prisioneros, que sólo podía ser ejecutada y enseñada por un guerrero samurái, el shibari se construía por etapas, con una considerable atención a los tiempos: primero se inmovilizaba el tronco, luego nalgas y vientre, y finalmente se inmovilizaba el cuerpo en su conjunto.


La visión del sexo por parte de los japoneses antes de la segunda guerra mundial era bastante clara. La prostitución estaba totalmente legalizada pero se concentraba en el extrarradio de las ciudades, completamente aisladas por vallas. Lo que se hacía en esos barrios del placer, quedaba los barrios del placer. Quizá esta visión tan abierta de la sexualidad se pueda deber a que la religión mayoritaria japonesa, la sintoista, al contrario que las religiones occidentales, no prohibía ni castigaba la práctica del sexo como algo impuro. Sin embargo, el cambio cultural que supuso introducir la moral estadounidense tras la segunda guerra mundial y las posteriores leyes sobre la prostitución (en la que prohíben la penetración explícita pero no otras prácticas) y la pornografía (donde es obligatorio censurar los genitales y el vello púbico), ha creado esta industria del sexo donde las perversiones más exóticas están a la orden del día. Sin embargo, no todas ellas deben ser modernas...


Shibari es la denominación japonesa que se le da al arte del bondage (es decir, atar a una persona) en Japón. Aunque con sutiles diferencias. Mientras el bondage consiste en inmovilizar a la pareja sexual, el shibari no implica forzosamente la inmovilización y tiene en cuenta otros muchos aspectos, como la calidad estética del conjunto cuerda-atamiento-sumis@, el plano triangular formado por el maestro, la persona atada y el espectador (muy importante en la tradición japonesa) y tiene, además, muy en cuenta el efecto energético –negativo o positivo- sobre ciertos puntos del cuerpo de la persona entregada al maestro, relacionados con los meridianos energéticos del cuerpo humano según la tradicional medicina oriental.

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