En muchas historias, tanto en cómics como en libros, la infancia solo
sirve para explicar los traumas del personaje o su reacción hacia algo
muy concreto. Sin embargo, en Dolor y Prejuicio aprendemos no solo el
porqué de la obsesión del villano con las aves, de sus dotes de inventor
o de su comportamiento antisocial. Descubrimos los motivos por los que
persigue el lujo; la razón por la que se muestra tan cruel como
generoso; el origen de su sadismo, más parecido a una venganza eterna
que a una respuesta visceral; el modo de interactuar con las distintas
personalidades que se cruzan en su vida. Es un retrato simple pero
complejo al mismo tiempo: simple porque no se pierde en detalles
irrelevantes, va al grano sin perder la perspectiva de lo que quiere
contar; complejo porque va más allá del trauma que le hace vestirse de
traje y abrazar la identidad de un pájaro torpe e inofensivo,
adentrándose con paso decidido en la infancia del villano para explicar
por qué se comporta como lo hace en todos los aspectos.
El
núcleo de la historia gira en torno a la relación del Pingüino con su
madre, y como tras un importante momento de transición sus afectos son
dirigidos hacia otra persona. Esto me lleva al siguiente punto de
análisis: la relación del Pingüino con las mujeres. Los lectores
recordarán al villano como un hombre que convierte a las damas en
objetos para su lucimiento: cuando se le imagina con una fémina del
brazo, esta casi siempre es una… bueno, edecán. Es novedoso ver al
Pingüino en una relación que va más allá de tratar a la mujer como a un
ornamento… aunque por desgracia, esta parte de la trama cae en varios
tópicos, empezando por materializar el concepto de “amor ciego” de un
modo previsible y acabando con el todavía más previsible final
trágico....

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