viernes, 26 de diciembre de 2014

Confesiones de una máscara lV


Había llegado a la conclusión de que yo podía amar sin sentir el más leve deseo.Eso constituía probablemente la más insensata pretensío que se haya dado en la historia de la humanidad.Sin darme cuenta, pretendía ser - y pido perdón, amparándome en mi natural tendencia a la hipérbole - el Copérnico de la teoría del amor.Y en mi intento había llegado , sin querer , nada menos que a creer en el concepto platónico del amor.Aun cuando parezca contradigo lo que he dicho anteriormente , creía con toda sinceridad en este concepto platonico , sin complicaciones, lisa y llanamente, con toda pureza.De todos modos ¿no serís la pureza en sí misma aquello en que yo creía antes que el concepto?No sería la pureza aquello a lo que yo había jurado fidelidad?
Si alguna vez parecía no creer en el amor platónico , también eso debía atribuirse a mi cerebro, tan propenso a preferir el concepto carnal del amor, que no se daba en mi corazón , y a aquella fatiga que me causaban mis falsedades y que era inseparable compañera de todas las satisfaciones de mis insensatas pretensiones de parecer adulto.

En resumen , cúlpese a mi inquietud.

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